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viernes, 4 de octubre de 2013

La gente cambia, los recuerdos no.



Agota tanta falsedad, tantas miradas que reflejan odio mientras la sonrisa que llevan dibujada en el rostro dice todo lo contrario. Abrazos fríos, besos que las mejillas apenas logran percibir, labios ásperos, caricias sin tacto, olores que desaparecen; miradas vacías. Un álbum de fotos con páginas en blanco, páginas que no serán escritas, que no podrán ser acariciadas de nuevo con aquella pluma que bailaba dejando huella en ellas usando el papel como pista, describiendo el momento que aquella cámara capturó; contando la historia de aquella sonrisa. Ya no más, se acabó.



Descubres que nunca vendrá aquel príncipe a bajarte de tu torre, a liberarte con tan sólo un beso; que no vivirás ninguna de esas historias con las que tanto llorabas aquellas tardes tumbada en la cama. Que si quieres vivir aventuras tienes que salir a buscarlas y si lloras, tienes que aprender a secarte las lágrimas, respirar hondo, contar hasta diez, levantar la cabeza y seguir adelante.



La gente cambia, y tu vida con ella. Gente que va, gente que viene, gente que se queda, otra que se va; pero todas dejando un trozo de página escrita. Algunas de ellas serás recordadas con sonrisas, otras con un suspiros y habrá también las que te arrepientas de su presencia, pero al fin y al cabo, es tu vida y lo que está escrito con tinta no lo puede borrar el paso del tiempo.



Te das cuenta, de que estás sola; Que la vida es una batalla en la que los rivales sois tú y el mundo y si quieres sobrevivir, tienes que luchar. Un día te caerás y no habrá nadie que te levante, un día llorarás y nadie te secará las lágrimas; un día sentirás la soledad, y nadie estará para abrazarte.

Entonces, decidirás que es hora de cambiar tu vida o ella terminará cambiándote a ti.
 



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