Creí en el amor, sí, lo hice.
Dejé, que todas y cada una de
sus palabras fuesen creando una historia, nuestra historia; decidí convertir esos momentos en tinta, pasando desde la risa más cálida al
más ligero baile de su dedo recorriendo mi espalda mientras se deslizaba escribiendo en ella un te quiero.
Dejé, que él fuese mi vida renunciando por lo tanto a la
mía. Formando aquella historia desde los sueños, dos niños jugando a ser mayores.
Pero
con el tiempo esos sueños se fueron derrumbando, sin darnos cuenta de que fuimos
nosotros mismos quienes fabricamos aquellos castillos de arena bajo nuestros pies.
Mis sueños cesaron, y cuando me deshice de aquella venda que tan cegada me tenía, me di cuenta de que la persona que tenía a mi
lado desapareció sin ninguna explicación, sin ningún tipo de aviso, vertiendo un
vaso de agua sobre nuestras páginas dejándolas ilegibles.
Recorrí todas y
cada una de las esquinas de aquellas páginas en busca de ti.
Pero me di cuenta de que si realmente esta fuese nuestra historia, tú ya
estarías aquí.
Y desde aquel día, dejé de creer en el hamor, sí, con h, al ser un
sentimiento inexistente.
Entonces te das cuenta de que “siempre” es demasiado tiempo.
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