Cuando algo se rompe dentro de nosotros, no se nota de forma
inmediata, puede doler. Pero con los días se hace mucho peor. Cuando perdemos
un amor nos decimos ah, esto pasará con el tiempo, dejará de doler. Pero la
vida es muy sabia y cruel y nos hará recordar que apenas somos un grano de
arena en este puto mundo. Pasan los días, y recordamos más todos los momentos
vividos, todo aquello que planeamos hacer y ahora nunca será posible. El camino
a la recuperación es doloroso, cada día seguimos preguntándonos que será de
aquella persona, recordando todas las cosas que vivimos juntos. Es verdad, que
todo duele más, y el tiempo solo hace lo suyo, más allá de lo que quisiéramos.
El olvido no es fácil, y el camino que debemos seguir siempre es doloroso, es
como estar pagando penitencias, pero sin nuestro amor por aquella persona. No
hay que tener miedo porque ante todo siempre queda la lealtad y sus principios
básicos que estuvieron presentes en aquella época. No pensemos que con los días
la pena se va, no es así. Es como un proceso que se vive, primero es la
sorpresa, de aquel final. Luego viene la rabia, la pena, la resignación. Pero
luego viene más pena aun, hasta que un día nos levantamos y nos damos cuenta de
que solo le deseamos lo mejor, asumimos que no podemos volver atrás, y, aunque
aun nos duele, de allí en adelante tratar de no cometer los mismos errores que nos hicieron perder a
aquella persona. Seremos más cuidadosas, más serenas, somos humanas y por lo
tanto somos imperfectos, solo debemos aprender a ser mejores personas, a dar lo
mejor de nosotros mismos, sin importar los resultados. Más vale dar mucho y
saber que lo has dado, a no dar y después quejarte de lo que te ha pasado.
Seamos felices y que nuestro corazón no albergue rencores, que la vida se
encarga de todo aquello. Por eso, todo, en la vida, se merece una oportunidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario