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domingo, 28 de abril de 2013

No sabes lo que tienes, hasta que lo pierdes.



Dicen que hay que tener cuidado con eso a lo que llaman amor, que produce ceguera a los ojos, sordera a los oídos y anestesia al corazón.  
Pero sin darte cuenta de repente aparece en tu vida una persona que te hace volar, sentir que mientras estés junto a él no debes temer a nada y que siempre va a estar a tu lado. Entonces sucede, permites a tu corazón que hable, que decida qué hacer. Y él decide comenzar esa nueva historia.

Los primeros capítulos son felices, llenos de sonrisas, nuevas aventuras, besos, caricias, abrazos… Pero con el tiempo se van desgastando, apenas hay cariño, todos los abrazos y besos pasan a ser discusiones y aquellos ojos que te miraban mientras brillaban, ahora yacen en un mar de lágrimas.

Todo lo que creías que era imposible que sucediera ha ocurrido, le has perdido. Ya no está al otro lado de la cama abrazándote en las noches de frío, ni siquiera queda su fragancia sobre las sábanas de esa misma cama que tantas noches os contemplaba. 

Pero eres fuerte y sabes que no volverá, has comenzado a escribir una nueva página, con un nuevo título. Ya no habrá de nuevo ese “vosotros”. Te dejó marchar, no miró atrás, siguió su camino sin darse cuenta de que tú te habías caído. Pero le conoces, y sabes que aun te quiere. Que verá a otro regalarte flores,  hacerte reír, llevarte a ver películas, agarrarte de la mano, abrazarte, susurrarte al oído como él solía hacer. Entonces, se dará cuenta de lo que ha perdido, de lo que dejó olvidado tras tus pasos, de lo que quería, lo que daba sentido a su vida. Es entonces, cuando pensará “ese debería ser yo” y vendrá a buscarte, pero ya será tarde. Tú te habrás marchado, no estarás en el lugar donde te dejó olvidada, alguien te habrá levantado, y ese, no será él.

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