Levanta la cabeza princesa, que se te cae la corona. |
Sigo observándote y sé que ha vuelto a ocurrir, duermes de
nuevo sobre tus lágrimas, noche tras noche. Recordando todos y cada uno de
aquellos momentos vividos a su lado. Cuando te abrazaba por detrás y te
apretaba fuerte para no dejarte marchar y tú le gritabas pidiéndole que te
soltase. Cuando todas las mañanas te tapaba los ojos mientras se acercaba lentamente y te
susurraba al oído “Buenos días reina”. También hay hueco en tu tristeza para vuestros
besos, caricias y abrazos. Cuando te picaba y conseguía hacerte enfadar, tanto,
que apretabas los dientes e ibas a por él mientras se reía y eso te hacía
enfadar más. Y sobre todo, aquellas tardes en el sofá tumbada sobre su brazo
mientras acariciaba tu cara y susurraba a tu oído aquellas historias que
viviríais, recuerdas como sonreía y dejaba escapar un suave suspiro cuando
hablaba sobre dichas historias. Sé, que te has dado cuenta de que al perder a
esa persona, momentos que antes te enfadaban, ahora te hacen sonreír. Que estás
empezando a añorar momentos a los que antes no dabas importancia porque formaban
parte de tu día a día. Pero a veces es mejor dejar escapar todos esos recuerdos,
que se vayan borrando con el tiempo y dejen paso a una nueva página en blanco,
lista para ser escrita. Hay veces que aquellas discusiones han ido borrando todas
esas sonrisas, convirtiéndolas en lágrimas, lágrimas que poco a poco van
haciendo que seas más pequeña y comiences a perderte en este gran desierto
llamado vida. Provocando, que no encuentres el camino a seguir, estés perdida y no dejes
de dar vueltas para caer en el mismo punto de siempre. Y que tantas heridas no te permitan ponerte en pie. Que aquella persona que amabas te haya soltado la mano
mientras seguía su camino y tu estés muriendo poco a poco, quemándote a causa
de gastar en lágrimas el poco agua que quedaba en tu cuerpo. También sé, que
esta vez no has podido tirar para adelante, que no has podido ser fuerte y lo
último en lo que has gastado esa energía ha sido en gritar su nombre esperando que
volviese a por ti, como había hecho siempre. Pero esta vez el sol que antes
iluminaba tu camino ahora te ha convertido en ceniza. Escúchame, cuando
todo el mundo ha dejado de creer en ti yo he seguido en el interior de tu
corazón, y del mismo modo que yo creo en ti debes hacerlo tú también. Sonríe hija
mía, eres preciosa, no dejes caer tu corona. Levanta, sonríe y lucha por tu
vida.
Y así fue, tras oír
aquellas palabras Bella renació de sus cenizas, cual Ave Fénix en busca de su gloria
tras haber sido dada por vencida. Abrió sus alas y dejó escapar aquel brillo
que iluminó su nuevo camino, el de la felicidad.
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