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domingo, 21 de abril de 2013

Cual Ave Fénix.


Levanta la cabeza princesa, que se te cae la corona.

Sigo observándote y sé que ha vuelto a ocurrir, duermes de nuevo sobre tus lágrimas, noche tras noche. Recordando todos y cada uno de aquellos momentos vividos a su lado. Cuando te abrazaba por detrás y te apretaba fuerte para no dejarte marchar y tú le gritabas pidiéndole que te soltase. Cuando todas las mañanas te tapaba los ojos  mientras se acercaba lentamente y te susurraba al oído “Buenos días reina”. También hay hueco en tu tristeza para vuestros besos, caricias y abrazos. Cuando te picaba y conseguía hacerte enfadar, tanto, que apretabas los dientes e ibas a por él mientras se reía y eso te hacía enfadar más. Y sobre todo, aquellas tardes en el sofá tumbada sobre su brazo mientras acariciaba tu cara y susurraba a tu oído aquellas historias que viviríais, recuerdas como sonreía y dejaba escapar un suave suspiro cuando hablaba sobre dichas historias. Sé, que te has dado cuenta de que al perder a esa persona, momentos que antes te enfadaban, ahora te hacen sonreír. Que estás empezando a añorar momentos a los que antes no dabas importancia porque formaban parte de tu día a día. Pero a veces es mejor dejar escapar todos esos recuerdos, que se vayan borrando con el tiempo y dejen paso a una nueva página en blanco, lista para ser escrita. Hay veces que aquellas discusiones han ido borrando todas esas sonrisas, convirtiéndolas en lágrimas, lágrimas que poco a poco van haciendo que seas más pequeña y comiences a perderte en este gran desierto llamado vida. Provocando, que no encuentres el camino a seguir, estés perdida y no dejes de dar vueltas para caer en el mismo punto de siempre. Y que tantas heridas no te permitan ponerte en pie. Que aquella persona que amabas te haya soltado la mano mientras seguía su camino y tu estés muriendo poco a poco, quemándote a causa de gastar en lágrimas el poco agua que quedaba en tu cuerpo. También sé, que esta vez no has podido tirar para adelante, que no has podido ser fuerte y lo último en lo que has gastado esa energía ha sido en gritar su nombre esperando que volviese a por ti, como había hecho siempre. Pero esta vez el sol que antes iluminaba tu camino ahora te ha convertido en ceniza. Escúchame, cuando todo el mundo ha dejado de creer en ti yo he seguido en el interior de tu corazón, y del mismo modo que yo creo en ti debes hacerlo tú también. Sonríe hija mía, eres preciosa, no dejes caer tu corona. Levanta, sonríe y lucha por tu vida.
Y así fue, tras oír aquellas palabras Bella renació de sus cenizas, cual Ave Fénix en busca de su gloria tras haber sido dada por vencida. Abrió sus alas y dejó escapar aquel brillo que iluminó su nuevo camino, el de la felicidad.

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