Supongo que notarás que estoy nerviosa, que la voz me
tiembla al hablarte, que mis palabras se tropiezan, entrelazan y no llegan a
formar la frase que mi mente había pensado, que si te miro; lo hago con timidez
y que apenas puedo mirarte a los ojos. ¿Qué tienes, qué es aquello tan especial
que produce que mi cuerpo actúe de esta manera?
Mi cabeza no deja de poner a prueba a mi corazón, cuestionándole miles y
miles de preguntas a las que él no haya respuesta. Entonces decido por un
momento cerrar los ojos, escuchar los latidos de mi corazón, suspiro, los abro
de nuevo, y ahí estás, tan guapo como
recordaba.
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